Cumbre Corea-Japón en Busán: Tercera Reunión en 100 Días Marca Deshielo Histórico en Relaciones Bilaterales Después de Décadas de Tensión
El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, y el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, celebraron su tercera reunión bilateral en apenas 100 días durante una cumbre realizada en Busán (segunda ciudad más grande de Corea del Sur) el 1 de octubre de 2024, marcando el ritmo más intenso de diplomacia de alto nivel entre ambos países en más de una década. Esta frecuencia extraordinaria de encuentros contrasta dramáticamente con el período 2012-2022 cuando relaciones Corea-Japón estuvieron congeladas debido a disputas históricas sobre compensación a víctimas de trabajo forzado durante la ocupación colonial japonesa (1910-1945), conflictos territoriales sobre las islas Dokdo/Takeshima, y tensiones comerciales que incluyeron restricciones de exportación japonesas de materiales críticos para semiconductores coreanos en 2019. El deshielo actual, impulsado por cálculos estratégicos de ambos líderes conservadores que priorizan cooperación frente a amenazas de Corea del Norte y China sobre reivindicaciones históricas, tiene implicaciones significativas para arquitectura de seguridad del Este de Asia y podría redefinir alianzas regionales durante la próxima década.
Contexto Histórico: Por Qué Relaciones Corea-Japón Han Sido Tóxicas Durante Décadas
Para audiencias latinoamericanas sin familiaridad con historia del Este de Asia, es crucial entender que relaciones entre Corea del Sur y Japón están cargadas de traumas históricos que no tienen paralelos directos en América Latina, aunque algunas dinámicas son comparables a tensiones entre países con pasados coloniales (relaciones Argentina-Reino Unido post-Guerra de Malvinas, o sentimientos bolivianos sobre pérdida de acceso al mar contra Chile después de la Guerra del Pacífico 1879-1884). Japón colonizó Corea durante 1910-1945, un período caracterizado por políticas de asimilación forzada (prohibición de idioma coreano en escuelas, imposición de nombres japoneses, destrucción de patrimonio cultural), explotación económica sistemática (recursos naturales enviados a Japón para industrialización, producción agrícola requisada causando hambrunas), y atrocidades de guerra durante 1937-1945 que incluyeron reclutamiento forzado de aproximadamente 800,000 coreanos para trabajo esclavo en minas/fábricas japonesas y sistema de "mujeres de confort" donde ~200,000 mujeres coreanas fueron forzadas a prostitución para ejército japonés.
Después de liberación de Corea en 1945 y establecimiento de Corea del Sur como estado independiente en 1948, relaciones con Japón permanecieron inexistentes hasta el Tratado de Normalización de 1965, negociado bajo presión estadounidense que necesitaba aliados anticomunistas coordinados durante Guerra Fría. Este tratado estableció $800 millones en compensaciones y préstamos japoneses, pero controversialmente declaró que todas las reclamaciones derivadas del período colonial estaban "finalmente resueltas", lenguaje que gobiernos coreanos posteriores y víctimas sobrevivientes han disputado argumentando que compensación fue inadecuada y no abordó responsabilidad moral/legal de Japón. Durante décadas siguientes, tensiones resurgieron periódicamente cuando políticos japoneses visitaban el Santuario Yasukuni (donde criminales de guerra de Clase A están consagrados), libros de texto japoneses minimizaban atrocidades coloniales, o gobiernos coreanos buscaban compensación adicional para víctimas. El nadir de relaciones ocurrió en 2019 cuando disputa sobre compensación de trabajo forzado escaló a guerra comercial: Japón impuso restricciones de exportación de fluoruro de hidrógeno, resists fotográficos, y fluoruro de poliimida (materiales críticos para producción de semiconductores y displays) contra Corea, mientras Corea amenazó con terminar acuerdo de compartir inteligencia militar (GSOMIA) que era pilar de cooperación de seguridad trilateral Corea-Japón-Estados Unidos.
Catalizadores del Deshielo 2023-2024: Cálculo Estratégico de Líderes Conservadores
El cambio dramático en relaciones bilaterales comenzó en marzo de 2023 cuando el presidente Yoon Suk-yeol, quien asumió el cargo en mayo de 2022 representando al conservador Partido del Poder Popular, anunció una solución controvertida para la disputa de trabajo forzado que había congelado relaciones desde 2018. Yoon propuso que una fundación coreana financiada por empresas coreanas (no japonesas) compensaría a víctimas sobrevivientes, permitiendo que empresas japonesas demandadas (Nippon Steel, Mitsubishi Heavy Industries) evitaran admitir responsabilidad legal directa o pagar compensaciones ordenadas por tribunales coreanos. Esta propuesta generó indignación masiva en Corea del Sur: encuestas mostraron que 64% de ciudadanos se oponían, grupos de víctimas rechazaron el plan como "traición", y el partido de oposición (Partido Democrático progresista) acusó a Yoon de "vender la dignidad nacional" para complacer a Estados Unidos (que había presionado por reconciliación Corea-Japón para fortalecer alianza trilateral frente a China y Corea del Norte).
Sin embargo, Yoon procedió con el plan argumentando que "el interés nacional de Corea del Sur en el siglo XXI requiere cooperación estrecha con Japón en seguridad, tecnología, y economía, y que disputas históricas, aunque legítimas, no pueden paralizar la diplomacia indefinidamente". Esta racionalización pragmática refleja cálculo estratégico compartido con el primer ministro Kishida, quien enfrenta amenaza creciente de China (conflictos en Mar del Este de China, presión sobre Taiwán, expansión naval), Corea del Norte (más de 30 lanzamientos de misiles en 2023-2024 incluyendo ICBMs capaces de alcanzar Japón), y necesidad de diversificar cadenas de suministro de semiconductores para reducir dependencia de Taiwán (TSMC). Ambos líderes, siendo conservadores pragmáticos en lugar de nacionalistas ideológicos, priorizaron alianza estratégica sobre reivindicaciones históricas, reconociendo que ventana de oportunidad política podría cerrarse si gobiernos progresistas regresan al poder en futuras elecciones (Partido Democrático coreano tiene mayoría parlamentaria y podría ganar presidencia en 2027; Partido Democrático Liberal de Japón de Kishida enfrenta elecciones en 2025 con popularidad declinante).
Agenda de la Cumbre de Busán: Tres Pilares de Cooperación Bilateral
La cumbre de Busán, que duró dos días (1-2 de octubre 2024) e incluyó reunión bilateral de tres horas, cena de estado, y declaración conjunta de siete páginas, abordó tres pilares de cooperación que trascienden reconciliación histórica y establecen marco para colaboración económica, tecnológica, y de seguridad a largo plazo. El primer pilar, "Cooperación de Seguridad Frente a Amenazas Compartidas", anunció ejercicios militares trilaterales Corea-Japón-Estados Unidos ampliados que incluirán defensa antimisiles integrada (sistemas THAAD coreanos coordinados con Aegis japoneses), compartir inteligencia en tiempo real sobre lanzamientos de misiles norcoreanos, y entrenamiento conjunto de fuerzas especiales para operaciones de rescate de rehenes en escenarios de colapso del régimen norcoreano. Esta cooperación de seguridad militar directa Corea-Japón es histórica dado que ambos países técnicamente han evitado ejercicios bilaterales durante décadas debido a sensibilidades coreanas sobre participación militar japonesa en península, pero amenaza percibida de Corea del Norte (que ahora posee estimados 30-50 ojivas nucleares y misiles capaces de alcanzar Tokio y Seúl con tiempos de vuelo de 5-10 minutos) ha superado objeciones políticas domésticas.
El segundo pilar, "Alianza Tecnológica para Semiconductores y Baterías", establece un mecanismo de coordinación para asegurar cadenas de suministro críticas frente a presiones de Estados Unidos (que busca "reshoring" de producción de semiconductores avanzados) y China (que está desarrollando capacidades domésticas para reducir dependencia de importaciones). Corea del Sur domina producción de memoria DRAM y NAND (Samsung, SK Hynix), mientras Japón controla materiales críticos upstream (fluoruro de hidrógeno de alta pureza, resists fotográficos, gases especiales para fabricación de chips) y equipos de producción (Tokyo Electron, Nikon). La declaración conjunta anuncia creación de un "Consorcio Semiconductor Corea-Japón" que coordinará inversiones, compartirá tecnologías de próxima generación (nodos de 2nm y más pequeños), y negociará conjuntamente con Estados Unidos y Europa sobre restricciones de exportación a China que afectan a ambos países (Corea exporta ~40% de sus semiconductores a China, mientras Japón exporta ~30% de equipos de fabricación de chips a empresas chinas).
El tercer pilar, "Intercambio Cultural y Reconciliación de Pueblos", reconoce que deshielo diplomático de élites políticas no se ha traducido en mejora de sentimientos populares, donde encuestas muestran que solo 28% de surcoreanos tienen opinión favorable de Japón (comparado con 15% en 2019 pero aún muy bajo históricamente), y donde movimientos de boicot contra productos japoneses (automóviles, productos electrónicos, turismo a Japón) continúan siendo populares especialmente entre jóvenes progresistas. Para abordar esta brecha, la cumbre anuncia programas de intercambio estudiantil ampliados (10,000 estudiantes coreanos/japoneses anualmente durante 2025-2027, financiados por gobiernos), proyectos de investigación histórica conjunta sobre período colonial (historiadores de ambos países revisarán libros de texto para asegurar representación equilibrada de hechos históricos controvertidos), y festivales culturales bilaterales que celebren contribuciones mutuas (K-pop/K-drama son enormemente populares en Japón, mientras cultura tradicional japonesa tiene admiradores en Corea).
Reacciones Domésticas: Oposición Progresista vs Apoyo Conservador
La cumbre de Busán generó reacciones polarizadas a lo largo de líneas ideológicas predecibles en ambos países. En Corea del Sur, el partido de oposición Partido Democrático (que controla 169 de 300 escaños en la Asamblea Nacional) criticó la cumbre como "teatro político" que no aborda las preocupaciones fundamentales sobre responsabilidad histórica japonesa. El líder del PD, Lee Jae-myung, declaró que "el presidente Yoon está sacrificando dignidad nacional para complacer a sus aliados conservadores en Washington y Tokio, ignorando los sentimientos de millones de coreanos cuyos abuelos sufrieron bajo ocupación colonial". Grupos de víctimas sobrevivientes de trabajo forzado organizaron protestas frente a la sede de la cumbre en Busán, sosteniendo pancartas que decían "No a la cumbre sin disculpas" y "Yoon traiciona la historia". Sin embargo, el partido de gobierno Partido del Poder Popular (con 131 escaños) defendió la cumbre argumentando que "Corea del Sur no puede permitir que disputas del siglo pasado paralicen su política exterior del siglo XXI cuando enfrenta amenazas existenciales de Corea del Norte y necesita aliados tecnológicos y de seguridad confiables".
En Japón, la reacción fue más moderada pero también dividida. El Partido Democrático Liberal de Kishida (mayoría parlamentaria con 261 de 465 escaños en Cámara de Representantes) respaldó la cumbre como "diplomacia pragmática que protege intereses de seguridad y económicos de Japón" frente a China y Corea del Norte. Sin embargo, facciones nacionalistas dentro del partido criticaron a Kishida por "concesiones excesivas" a demandas coreanas, particularmente el acuerdo de revisar conjuntamente libros de texto de historia que nacionalistas japoneses ven como interferencia en soberanía educativa. El Partido Constitucional Democrático de Japón (principal oposición con 96 escaños) expresó apoyo cauteloso a mejora de relaciones con Corea pero advirtió que "reconciliación verdadera requiere que Japón reconozca plenamente su responsabilidad histórica, no solo buscar cooperación de seguridad conveniente". Medios japoneses reportaron que 52% de ciudadanos apoyan mejora de relaciones con Corea, pero solo 38% confían en que reconciliación histórica sea posible, sugiriendo escepticismo público sobre sostenibilidad del deshielo actual.
Dimensión Estadounidense: Washington como Facilitador del Deshielo
Un factor crítico que explica el deshielo Corea-Japón es la presión y facilitación activa de Estados Unidos, que ha buscado durante décadas fortalecer cooperación entre sus dos aliados más importantes en Asia pero fue frustrado repetidamente por disputas históricas bilaterales. La administración Biden, que asumió en enero 2021, priorizó reconstrucción de alianzas (después de período Trump que debilitó confianza con aliados mediante demandas de mayores pagos por presencia militar estadounidense y retórica transaccional sobre compromisos de defensa) y vio en la reconciliación Corea-Japón un pilar esencial de su estrategia "Indo-Pacífico Libre y Abierto" para contener expansión china. El secretario de Estado Antony Blinken viajó a Seúl y Tokio en marzo 2023 inmediatamente después de que Yoon anunció la solución para disputa de trabajo forzado, públicamente elogiando el "liderazgo valiente" de Yoon y prometiendo inversión estadounidense en semiconductores coreanos como recompensa por cooperación regional mejorada.
Estados Unidos facilitó la cumbre de Busán mediante dos mecanismos concretos: primero, coordinó agenda de seguridad trilateral prometiendo transferencia de tecnología militar avanzada (sistemas antimisiles PAC-3, aviones de vigilancia P-8 Poseidon) a Corea del Sur y Japón condicionada a cooperación bilateral mejorada, creando incentivos materiales para que ambos países superen disputas históricas. Segundo, Estados Unidos se comprometió a expandir programa CHIP Act (que proporciona subsidios a fabricantes de semiconductores que produzcan en Estados Unidos) para incluir incentivos específicos para colaboración Corea-Japón en tecnologías de próxima generación, ofreciendo $8 mil millones en subsidios conjuntos si Samsung y TSMC (de Taiwán, aliado cercano de Japón) establecen instalaciones de investigación compartidas en Estados Unidos. Esta estrategia de "zanahoria tecnológica" aprovecha dependencia de Corea y Japón de mercado estadounidense (Estados Unidos compra ~20% de exportaciones de semiconductores de ambos países) para alinear comportamiento político con intereses estratégicos de Washington en contener China mediante coalición de aliados tecnológicos coordinados.
Dimensión China: Reacción de Beijing y Implicaciones Geopolíticas
La mejora de relaciones Corea-Japón ha generado alarma en China, que ve la cooperación trilateral Corea-Japón-Estados Unidos como componente de estrategia de contención diseñada para limitar influencia china en Asia Oriental. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China emitió un comunicado el 3 de octubre (dos días después de la cumbre de Busán) advirtiendo que "ciertos países están formando bloques militares excluyentes que amenazan la paz y estabilidad regional", lenguaje diplomático que claramente se refiere a alianza Corea-Japón-Estados Unidos. China tiene múltiples preocupaciones estratégicas sobre esta alianza fortalecida: (1) cooperación de defensa antimisiles integrada Corea-Japón podría degradar capacidad de disuasión nuclear china, dado que sistemas THAAD en Corea y Aegis en Japón podrían teóricamente interceptar misiles chinos en fase de impulso; (2) alianza tecnológica en semiconductores podría limitar acceso de China a chips avanzados necesarios para IA, computación cuántica, y aplicaciones militares; (3) coordinación política Corea-Japón bajo liderazgo estadounidense reduce espacio de maniobra de China para usar relaciones económicas bilaterales (China es mayor socio comercial tanto de Corea como de Japón) como apalancamiento para influir política exterior de ambos países.
China ha respondido mediante mezcla de presión económica y cortejamiento diplomático selectivo. En el frente económico, China ha acelerado políticas de "sustitución de importaciones" en semiconductores, baterías, y equipos industriales que reducirán dependencia de proveedores coreanos y japoneses a largo plazo, aunque analistas estiman que China necesitará 5-10 años para desarrollar capacidades domésticas equivalentes en tecnologías más avanzadas. En el frente diplomático, China ha intensificado esfuerzos de engagement con sectores de oposición en Corea (Partido Democrático) y Japón (Partido Constitucional Democrático), invitando a legisladores de oposición a visitar Beijing, financiando think tanks y medios que promueven narrativas favorables a China, y ofreciendo incentivos económicos (acceso preferencial a mercado chino, inversión en distritos electorales clave) para políticos dispuestos a cuestionar alineación excesiva con Estados Unidos. Esta estrategia de "influencia de élites" busca explotar divisiones políticas domésticas en Corea y Japón para prevenir consolidación de alianza trilateral sostenible que sobreviva cambios de gobierno.
Sostenibilidad a Largo Plazo: ¿Puede el Deshielo Sobrevivir Cambios Políticos?
La pregunta crítica que determina significado de la cumbre de Busán es si la mejora de relaciones Corea-Japón puede institucionalizarse de manera que sobreviva inevitables cambios de gobierno en ambos países, o si representa reconciliación frágil dependiente de liderazgo de dos políticos conservadores que podrían perder poder en próximos años. La historia sugiere pesimismo: intentos anteriores de deshielo durante gobiernos conservadores (presidente Lee Myung-bak de Corea 2008-2013 con primer ministro Yasuo Fukuda/Taro Aso de Japón 2008-2009) colapsaron cuando gobiernos progresistas regresaron al poder en Corea (Park Geun-hye 2013-2017, Moon Jae-in 2017-2022) y priorizaron reivindicaciones históricas sobre cooperación estratégica. El presidente Moon Jae-in, en particular, permitió que disputa de trabajo forzado escalara a crisis cuando tribunales coreanos ordenaron embargo de activos de empresas japonesas en 2018, desencadenando restricciones de exportación japonesas en 2019 y congelamiento casi completo de diplomacia bilateral durante 2019-2022.
Sin embargo, existen factores que sugieren que el deshielo actual podría ser más sostenible que intentos anteriores. Primero, el deterioro dramático de ambiente de seguridad en Asia Oriental (Corea del Norte con capacidad nuclear consolidada, China cada vez más asertiva en disputas territoriales, Estados Unidos menos confiable después de Trump y con atención dividida por conflictos en Medio Oriente/Ucrania) ha elevado los costos percibidos de antagonismo Corea-Japón para ambos países. Segundo, interdependencia tecnológica en semiconductores, baterías, y otras tecnologías críticas ha creado intereses comerciales poderosos en ambos países (Samsung, SK Hynix, Tokyo Electron, Mitsubishi) que presionarán a futuros gobiernos para mantener cooperación independientemente de afiliación ideológica. Tercero, el cambio generacional en ambos países podría reducir salience de disputas históricas: ciudadanos coreanos menores de 40 años (que no tienen memoria directa de ocupación colonial) muestran actitudes menos hostiles hacia Japón comparados con generaciones mayores, mientras jóvenes japoneses tienen menos apego a narrativas nacionalistas sobre glorias imperiales. Si estas tendencias continúan, disputas históricas podrían gradualmente perder poder de movilización política, permitiendo que consideraciones estratégicas y económicas dominen formulación de política exterior.
Artículo original en coreano: Trendy News Korea
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