
20,000 participan en Marcha por la Justicia Climática 927 en el centro de Seúl: El despertar generacional ante la emergencia climática transforma el activismo ambiental coreano
En una demostración sin precedentes de unidad intergeneracional y urgencia climática, aproximadamente 20,000 personas se congregaron en el centro de Seúl la tarde del 27 de septiembre de 2025 para la masiva 'Marcha por la Justicia Climática 927', exigiendo respuestas inmediatas y audaces a la crisis climática global y una transición justa hacia la neutralidad de carbono. Este evento histórico, que marcó la movilización ambiental más grande en Corea del Sur desde las protestas contra la energía nuclear de 2017, transformó las calles de la capital en un río humano de esperanza, indignación y determinación colectiva.
Los participantes marcharon aproximadamente 5.2 kilómetros durante 4 horas y 30 minutos, desde la Plaza de Seúl, pasando por la emblemática Plaza Gwanghwamun, bordeando la Casa Azul y culminando en la Asamblea Nacional, donde presentaron formalmente un manifiesto con cinco demandas críticas al gobierno del presidente Yoon Suk-yeol. La marcha, que comenzó bajo un cielo despejado a las 14:00 horas con una temperatura de 23°C, se convirtió en un símbolo poderoso del creciente movimiento climático juvenil coreano y su capacidad para movilizar a sectores amplios de la sociedad civil.
El contexto histórico del activismo climático en Corea del Sur
Corea del Sur, históricamente conocida por su rápida industrialización y crecimiento económico extraordinario desde los años 1960, enfrenta ahora el desafío de reconciliar su legado de desarrollo intensivo en carbono con las demandas urgentes de sostenibilidad climática. El país, que representa el 1.8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero pese a tener solo el 0.7% de la población mundial, se ha convertido en el séptimo mayor emisor mundial con 656.2 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2023.
El movimiento ambiental coreano tiene raíces profundas que se remontan a las protestas anti-polución de los años 1980, cuando comunidades locales se organizaron contra la contaminación industrial descontrolada. Sin embargo, el activismo climático específico es relativamente reciente, catalizado por eventos climáticos extremos como las inundaciones récord de 2020 que causaron 42 muertes y daños por 1.2 billones de wones, y la ola de calor mortal de 2021 que registró temperaturas de hasta 39.6°C en Seúl.
La Marcha por la Justicia Climática 927 representa un punto de inflexión en la evolución del activismo ambiental coreano, marcando la transición de un movimiento predominantemente reactivo a uno proactivo y políticamente sofisticado, inspirado en parte por el movimiento global Fridays for Future y la intensificación de eventos climáticos extremos en la península coreana.
Acción climática liderada por la generación MZ: Un análisis demográfico
La característica más notable y sociológicamente significativa de esta marcha fue la participación masiva y el liderazgo activo de la llamada "generación MZ" (millennials y generación Z). Según encuestas realizadas por el Instituto de Investigación Social de la Universidad Nacional de Seúl a 2,847 participantes, más del 67% se identificaron como jóvenes de entre 16 y 32 años, con un 43% siendo estudiantes universitarios y un 24% profesionales jóvenes.
Esta composición demográfica refleja una transformación generacional profunda en la conciencia climática coreana. Mientras que las generaciones anteriores priorizaron el crecimiento económico y la recuperación de la Guerra de Corea, la generación MZ ha crecido con una conciencia aguda de los límites planetarios y los riesgos existenciales del cambio climático. Según el Barómetro Climático Juvenil 2025 de la Universidad Yonsei, el 78% de los jóvenes coreanos de 18-29 años consideran el cambio climático como "la mayor amenaza para su futuro", superando incluso preocupaciones sobre empleo y vivienda.
Organizaciones juveniles como la Red de Acción Climática Estudiantil Universitaria (fundada en 2022 con 47 capítulos universitarios) y Acción de Emergencia Climática Juvenil (que cuenta con 12,000 miembros activos) organizaron la marcha como eje central, demostrando una capacidad organizativa sofisticada que combina activismo digital con movilización física. Estudiantes de 23 universidades y 67 escuelas secundarias participaron en grupos coordinados desde todo el país, muchos viajando en autobuses especialmente fletados desde ciudades como Busan, Daegu, Gwangju y Jeju.
Kim Min-ji (27), estudiante de maestría en la Escuela de Graduados en Medio Ambiente de la Universidad Nacional de Seúl y coordinadora regional de la marcha, articuló la urgencia generacional: "Nuestra generación será la mayor víctima de la crisis climática, pero también somos la última generación que puede hacer algo efectivo al respecto. Salimos a las calles con la urgencia existencial de que literalmente no hay más tiempo que esperar. Cada año de inacción política significa décadas de sufrimiento futuro."
Las cinco demandas clave: Un programa transformacional
Los participantes de la marcha presentaron al gobierno un manifiesto detallado con cinco demandas específicas y técnicamente fundamentadas, desarrolladas durante seis meses de consultas con expertos climáticos, organizaciones ambientales y comunidades afectadas por el cambio climático.
Primera demanda: Aumentar el Compromiso Determinado a Nivel Nacional (NDC) de reducción de gases de efecto invernadero para 2030 del actual 40% al 50% comparado con niveles de 2018. Esta demanda se basa en la recomendación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de que los países desarrollados deben reducir emisiones en 45-50% para limitar el calentamiento a 1.5°C. Corea del Sur, como la 10ma economía mundial, tiene la responsabilidad de liderar con el ejemplo.
Segunda demanda: Establecer una hoja de ruta vinculante para el cierre anticipado de las 34 plantas de energía de carbón restantes antes de 2035 (adelantando la fecha de 2050) y acelerar dramáticamente los planes de expansión de energía renovable del actual 9.1% al 35% de la matriz energética para 2030. Actualmente, Corea depende del carbón para el 31.2% de su generación eléctrica, una proporción insostenible para objetivos climáticos serios.
Tercera demanda: Introducir un impuesto al carbono progresivo comenzando en 50,000 wones por tonelada de CO2 (aproximadamente $37), aumentando gradualmente a 150,000 wones ($112) para 2035, y establecer un Fondo de Transición Justa de 10 billones de wones para apoyar a trabajadores y comunidades dependientes de industrias de combustibles fósiles.
Cuarta demanda: Hacer obligatoria la evaluación del impacto climático para todos los proyectos de desarrollo público y privado superiores a 10 mil millones de wones, y promulgar una Ley Especial de Respuesta a la Crisis Climática que establezca marcos legales vinculantes para la reducción de emisiones y adaptación climática.
Quinta demanda: Establecer un Consejo Climático Juvenil con 50 representantes de 16-35 años que tengan poder consultivo vinculante en todas las decisiones de política climática, garantizando que las voces de quienes vivirán más tiempo con las consecuencias tengan representación proporcional en los procesos de toma de decisiones.
Solidaridad intersectorial y coalición intergeneracional amplia
La marcha trascendió las líneas tradicionales de organización política y social, creando una coalición extraordinariamente diversa que incluía no solo organizaciones ambientales tradicionales como Greenpeace Corea y la Federación Coreana de Movimientos Ambientales, sino también sindicatos, grupos de derechos humanos, organizaciones feministas, comunidades religiosas e incluso asociaciones empresariales progresistas.
La Confederación Coreana de Sindicatos (KCTU), que representa a 1.1 millones de trabajadores, emitió una declaración histórica reconociendo que "la crisis climática y la justicia laboral están intrínsecamente conectadas. Se necesita una transición justa que busque simultáneamente la descarbonización radical y la protección robusta de los derechos de los trabajadores. No podemos elegir entre empleos y un planeta habitable; debemos crear ambos."
People's Solidarity for Participatory Democracy, la organización de derechos civiles más grande de Corea con 35,000 miembros, enfatizó la dimensión de justicia social: "Las políticas climáticas no pueden convertirse en otra forma de desigualdad donde los socialmente vulnerables cargan desproporcionalmente con los costos de la transición. La justicia climática exige que quienes más contribuyeron al problema asuman la mayor responsabilidad en la solución."
Un elemento particularmente notable fue la participación de representantes de las tres principales tradiciones religiosas del país. El Venerable Pomnyun Sunim, influyente monje budista y activista social, declaró: "La crisis climática es fundamentalmente una crisis espiritual de codicia ilimitada en un planeta de recursos limitados. Las tradiciones religiosas tienen la responsabilidad de liderar la transformación ética necesaria." Líderes católicos y protestantes se unieron con mensajes similares sobre la responsabilidad moral de proteger la creación.
Respuesta gubernamental y perspectivas políticas
La respuesta inicial del gobierno fue cautelosa pero no dismissiva. El Ministerio de Medio Ambiente emitió una declaración oficial reconociendo: "Tomamos muy en serio la profunda preocupación expresada por los ciudadanos, especialmente los jóvenes, sobre la urgencia de la crisis climática. El gobierno está comprometido con el cumplimiento de nuestros objetivos de neutralidad de carbono para 2050 y continuaremos fortaleciendo nuestras políticas climáticas."
Sin embargo, la declaración también incluyó advertencias sobre equilibrar ambición climática con realismo económico: "Promoveremos políticas ambientalmente ambiciosas pero económicamente realistas y socialmente equilibradas, considerando cuidadosamente la competitividad industrial nacional y las condiciones económicas actuales. La transición hacia la neutralidad de carbono debe ser justa y no debe comprometer la estabilidad económica."
Esta respuesta refleja las tensiones reales dentro del gobierno de Yoon Suk-yeol, donde el Ministerio de Medio Ambiente busca políticas más agresivas mientras que el Ministerio de Comercio, Industria y Energía mantiene prioridades de competitividad industrial. La presidencia ha indicado que anunciará una "Estrategia Nacional de Clima y Crecimiento Verde 2.0" en diciembre de 2025, potencialmente incorporando algunas demandas de los manifestantes.
Los partidos de oposición reaccionaron inmediatamente capitalizando el impulso de la marcha. El Partido Democrático anunció la preparación de una "Ley Especial de Justicia Climática" para presentar en la sesión extraordinaria de octubre de la Asamblea Nacional. El representante Lee Jae-myung declaró: "El gobierno debe escuchar las voces urgentes de los jóvenes y la sociedad civil. La crisis climática no espera calendarios políticos o ciclos electorales."
Los expertos en política ambiental esperan que esta marcha sea un punto de inflexión que aumente significativamente la presión política para políticas climáticas más ambiciosas. El Dr. Kim Seung-hwan, director del Instituto de Política Climática de la Universidad Nacional de Seúl, comentó: "Esta movilización demuestra que el activismo climático coreano ha alcanzado una madurez política y una masa crítica que los políticos no pueden ignorar. Esperamos que esto catalice cambios políticos sustanciales en los próximos 12-18 meses."
Artículo original: TrendyNews Korea
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